y tu espíritu está aquí, y permanece,
ni la hoja, ni la planta se adolece,
ni el ábrego, ni el hielo la derrota.
Si en su ambular el céfiro se agota,
y sobre aquí benéfico amanece,
Ángela será, quien reaparece
desde la vida eterna tan remota.
Porque a través de ti la vida sigue,
encarnada en tus hijos y en tus nietos,
y es la materia lo que se agusana
y tu enseñanza sobre mí prosigue,
¡madre!, pídele a Dios en sus decretos
que del huerto sea tu alma guardiana.