jueves, 20 de junio de 2013

LA PRIMERA EXCURSIÓN QUE HICIMOS EN LA ESCUELA



Desde nuestra escuela fuimos
muy contentos de excursión
y tanto  fue lo que vimos
que años fue de evocación.

Salimos muy de mañana
en autocar de epopeya,
viendo desde la ventana
como un friso de Pompeya.


Las labores naturales
propias de los campesinos,
el cuidar de los parrales
que producen buenos vinos.

Un trabajo conocido
y en nosotros no infrecuentes
pues los hemos ejercido
desde que nos salen dientes.

Fue nuestra primer parada
en los toros de Guisando,
buen comienzo de jornada
y aguardar lo por llegando.


El maestro muy pausado
nos fue contando una historia,
todo muy bien sonsacado
del libro de su memoria.

Habló de un acuerdo o pacto
celebrado entre unos reyes,
y  solemnidad de un acto
patentado en unas leyes.

Con la lección aprendida
por el que quiso aprenderla,
reanudamos partida
con la intención de leerla.

Llegamos al Escorial
y entramos al Monasterio
siendo sus salas  caudal
de belleza y de misterio.


Recorrimos aposentos
mirando las armaduras,
muchachos de Cenicientos
con asombro de criaturas.

Y nuevamente el maestro
dijo que los caballeros
ocultaban el espectro
de cuando fueron guerreros.

Que Don Felipe Segundo
vagaba por las estancias
imperando sobre el mundo
con cara de circunstancias.

Que construyó el edificio
al ganar una batalla,
con el mayor artificio
que en todo el Orbe se halla.

Y al decaer el Imperio,
donde el sol no se extinguía,
el  Caudillo también serio
a la Patria engrandecía.

Y nos fuimos a ver su obra
poco hacía inaugurada,
que gran importancia cobra
en la España actualizada.

El maestro nos dio el nombre:
el Valle de los Caídos,
y obra dijo de un gran hombre
que nos tiene guarnecidos.


Ascendimos escaleras
de una cumbre de montaña,
descubriendo unas laderas
con muchas telas de araña.

Ya en la ciclópea cruz
vimos los Evangelistas
donde se posaba luz
propagada por artistas.

A la imponente Basílica
la recorrimos entera,
 y leían una Encíclica
y el maestro explicó que era.

De nuevo en el autocar
directamente a Madrid,
viendo  pueblos al pasar
y sobre Babieca el Cid.




Vimos la Plaza de Oriente
frente al Palacio Real
y ocultándonos de gente
aportamos el caudal.


De las bolsas cinco duros
fuimos todos aportando
y en unos puestos oscuros
en golosinas gastando.

El día fue memorable:
cuanto vimos y aprendimos,
lo vivido inolvidable
todo cuanto recorrimos.

Supimos geografía
y algo de historia de España,
y hasta una fotografía
nos dieron de una cabaña.

Y poseídos por fiebres
cantamos cosas muy finas,
“¡por el mar corren las liebres,
por el monte las sardinas!”.