Mi despertar fue a la luz de la tierra fecunda,
entre
los viñedos y barbechos roturados
de
olivares e higueras, los campos alfombrados
y
el olor del ganado, que estercola y lo inunda.
Supe
que el mayor bien en el trabajo se funda,
que
vagancia y molicie, nunca fue de esforzados,
y
a la larga produce funestos resultados
sin
ejemplo familiar, de raigambre profunda.
Se
impregnaron mis ojos del pinar esmeralda,
que
a las sosegadas peñas las viste con falda,
y
cuando a labrarme un futuro me marche lejos
retornando
hijo pródigo a la casa paterna,